jueves, 10 de julio de 2008

Crisis Andina III: Venezuela

Venezuela: Hugo Chávez: De la beligerancia a la abrupta reconciliación

¿Por qué se mete Hugo Chávez en la pelea?


La decisión del presidente Chávez ha sido interpretada por algunos como un gesto de solidaridad con Correa, y/o con las FARC, y por supuesto un acto de retaliación contra Uribe a quien no le perdona que lo haya removido de su rol de mediador en el acuerdo humanitario colombiano. Otra versión que cada día adquiere más adeptos es que la reacción obedece a una fórmula de distracción para movilizar apoyo interno a su favor. Mi hipótesis es que hay de todas un poco, y el grado de aplicabilidad de una u otra teoría varía a medida que la crisis evoluciona

En el momento de sucederse el ataque los márgenes de aceptación del presidente Chávez eran un pobre 34% frente al 67% de principios de 2005 según lo registró la firma Datos. Por otra parte, el pasado 2 de Diciembre el presidente recibió su primera derrota electoral en muchos años, cuando el NO derrotó su Referendo eliminando su posibilidad de reelección indefinida. Frente a estos hechos Chávez buscaba: primero, distraer la atención sobre el caos interno, y segundo, despertar un sentimiento nacionalista con el propósito de recoger apoyo a su favor ante la “amenaza” de agentes externos. Esto último, con el fin de ganar el impulso necesario que le permita obtener una victoria significativa en los comicios regionales de Noviembre, y recuperar el terreno perdido frente a una oposición que después de estar muerta en vida, se viene revitalizando.

En este sentido, los resultados de su incursión en la crisis fueron sin duda decepcionantes. Mientras que Uribe y Correa, vieron cómo rápidamente la opinión pública, los diferentes sectores políticos (incluso los de oposición), y la ciudadanía en general les brindaba un decidido espaldarazo, lo mismo no ocurrió con Chávez. Por el contrario, la naturaleza divisoria de su liderazgo ha radicalizado tanto la política venezolana, y su reacción de movilizar tropas fue tan desatinada, que la oposición no sólo no lo apoyó, sino que convencidamente tomó lado con Colombia, reprochando lo que reconocían era un acto de enorme irresponsabilidad con fines netamente políticos y electorales.

La cara más visible de la oposición del presidente Chávez en la actualidad, es su otrora ministro de defensa y quien fuera uno de los generales que replegaron el intento golpista en su contra durante el mes de abril de 2002, el General Baudel. El lleva la voz más crítica de su aventura bélica, y de ello dejó constancia, cuando ante la orden de movilizar las tropas por parte de Chávez, este instaría enfáticamente al ejército venezolano a no ceder ante los intentos del presidente de utilizarlos ““como brazo ejecutor de acciones con fines políticos y personalistas” ya que no existe “un enemigo ni acción, que viole la soberanía ni lesiona los intereses de la nación para que se justifique una guerra”.

¿Por qué desiste y acude rápidamente a restablecer relaciones con su homólogo colombiano, de paso, dejando en el camino a su aliado ecuatoriano?

Durante los últimos meses el Presidente Chávez no ahorró adjetivos y epítetos contra el Presidente Uribe, en una insólita exhibición de obstinación por recordarle que de ninguna manera lo perdonaba por haberlo retirado de su rol como mediador del proceso del acuerdo humanitario. En adelante, Chávez no desperdiciaría oportunidad para insultarlo, y por supuesto, el ataque en suelo ecuatoriano no sería la excepción.

Pero de repente, cuando la crisis Ecuador-Colombia se encontraba en su clímax -que claramente su retórica y movimiento de tropas agravó- todo cambió. Inesperadamente para la mayoría, el presidente Chávez se presentó a la Cumbre de Río desplegando una enorme voluntad pacifista y de reconciliación. Durante la Cumbre, no habría un solo improperio de su parte hacia el presidente de Colombia. Algo remarcable, ya que incidentes como la reunión general de Naciones Unidas de 2007 en la que tuvo el brío de llamar a George W. Bush “el diablo”, demuestran que el protocolo diplomático, comúnmente respetado por todos los mandatarios del mundo en estas instancias, no es precisamente un móvil de circunspección para Chávez.

Curiosamente, el giro en su retórica y comportamiento coincidió con la revelación de la información encontrada en los ordenadores. Con todo y que previamente el presidente Chávez había venido manifestando un desproporcionado y abierto respaldo a las FARC, llevando a los colombianos a sospechar de la sinceridad de sus intenciones en el proceso de la liberación de los secuestrados, hasta el momento no eran más que sospechas. En términos concretos, no existía nada lo suficientemente contundente y sólido, que constatara lo que sin duda sería una conducta no sólo irresponsable, sino hasta criminal y malintencionada del presidente Chávez contra el gobierno democráticamente elegido de Colombia.

Por otro lado, para los otros países de la región que concuerdan con la necesidad de mantener buenas relaciones con Chávez, pero que no tienen previsto ni aspiran a ser parte del proyecto Bolivariano sencillamente por que no lo comparten, la existencia de esta alianza genera alarma. La lógica es la siguiente: si a la interferencia abierta de Hugo Chávez en las elecciones de otros países y otros asuntos internos, se suma la posibilidad de una política de injerencia a través de grupos irregulares de clara vocación desestabilizadora en contra de gobiernos legítimos, el cóctel cobra una peligrosidad simplemente imposible de obviar. El punto se agrava aún más cuando se incorpora al análisis la estrecha coexistencia que las FARC tienen con el negocio del narcotráfico. Por lo tanto, la confirmación de nexos de este tipo, que claramente van más allá de brindarle a las FARC una plataforma política ante la eventualidad de una negociación política con el gobierno de Colombia, pondría seriamente en entredicho su compromiso de lucha contra este negocio ilegal. Ello, reforzaría aun más la necesidad de tomar distancia de su proyecto político, pronunciando la posibilidad de su aislamiento, y por lo tanto, golpeando fuertemente su posición de poder dentro del concierto latinoamericano de naciones.

En cuanto a los efectos internos, el hecho podría significarle más problemas de los que actualmente resiste. Ante la delicada situación de escasez de alimentos, de creciente inflación, y de alarmantes niveles de inseguridad, resulta casi imposible concebir que los venezolanos no le reprochen el desvió de importantes sumas de recursos públicos a destinatarios como las FARC. Ya eran bastantes las críticas por parte de la oposición y el malestar generalizado entre los venezolanos por cuenta de las excéntricas campañas diplomáticas del presidente Chávez, en las que suministraba petróleo barato, el petróleo de los venezolanos, a los pobres de ciudades como Londres o Nueva York.


En últimas, el pragmatismo de Chávez prevaleció. En ese sentido, ante el reconocimiento de tanto daño, prefirió buscar la reconciliación con su par colombiano.

No hay comentarios: